martes, 27 de abril de 2010

Colegios como fábricas


"Tenemos implantado un sistema educativo que se diseñó en la era industrial para responder a las necesidades del momento: niños bien preparados en una serie de materias, disciplinados, con horarios fabriles, actividades regladas como en una cadena de producción, buenos trabajadores. Hasta la arquitectura de muchos colegios recuerda a fábricas

Son palabras de Linda Lanteri, una profesora neoyorquina que lleva décadas trabajando para cambiar una realidad que no le gusta. Y bien, pensado, tiene razón.

¿Quién no recuerda su primer día de clase? Los nervios, el miedo, los niños nuevos, el primer recreo. Los primeros amigos, las peleas, los juegos infantiles. Recuerdo las tardes de domingo, aburrida, deseando que llegara el lunes para volver a clase y ver a los otros chicos. El mundo era pequeño, entonces, y el cole molaba. Las notas eran de colores, la profe te daba abrazos, y cantaba y jugaba como un niño más. No pasaba nada si te manchabas. Dormíamos juntos la siesta. Nuestros deberes eran de plastilina, podíamos saltar en los charcos.

Pero de repente, una no sabe muy bien cuándo ni por qué, el cole pasa a ser un sitio donde hay que estar callado, bien sentadito, atento y muy formal. Horas y horas. Ya no se juega. La seño deja de ser seño, porque ya no te besa ni te abraza. Hay que pedir permiso para todo y no te puedes levantar de la silla así porque sí, sin motivos. Y una empieza a inventar motivos. Profe, que tengo que hacer pis. Profe que tengo que sacar punta. Profe que me duele la tripa, puedo ir al médico? Profe, que tengo que hacer pis otra vez… La ventana pasa a ser el punto más interesante de toda la clase. Te das cuenta de que conoces al dedillo los árboles, las hojitas tímidas en primavera, el nido y sus pájaros, el trozo de cielo al que tienes derecho desde tu puesto fijo.

Y si eres una niña inquieta, y si te cuesta concentrarte, y si necesitas moverte, lo tienes complicado. Y si eres preguntona, si te va el desafío o eres algo rebelde, peor aún. Porque, seamos sinceros, Linda tiene algo de razón… Muchos de nuestros coles son fábricas de ciudadanos tranquilos, aseaditos, resistentes, sumisos. Capaces de estar ocho horas callados, trabajando mecánicamente, sin cuestionar por qués. Domesticados. Frustrados, cuando no logran adaptarse.


* El método que emplea Linda Lantieri para que niños y adolescentes aprendan técnicas de respiración y relajación y sepan administrar la ira o la frustración está implantado en medio millar de escuelas públicas de EE UU y otras tantas de Brasil y Puerto Rico. Un estudio de la Universidad de Columbia indica que una hora semanal de aprendizaje de este método disminuye un 23% la conflictividad en el aula y mejora el rendimiento académico un 11%. La administración Obama se está planteando generalizarlo a toda la red de escuelas públicas del país.


Isa (Premonis)

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